diumenge, d’agost 29, 2010

El caballero del león

Erin Nelson

"¡Cuanto suplicio padezco por sus hermosos cabellos! Nada creí amar nunca tanto. De tanto como relucen, su belleza sobrepasa el oro fino. Me incendia e irrita el alma con ira al ver cómo son arrancados y destrozados.
¡Que no pueda jamás enjugar las lágrimas que caen de sus ojos! ¡Cuánto me disgusta todo ella! Ojos tan hermosos nunca se vieron, pese a estar llenos de incesantes lágrimas. Me duele cuanto llora y nada me causa tanta congoja como verla herir un rostro que no hubiese merecido tal martirio: nunca vi otro tan bien dibujado, ni tan fresco de color.
Pero me descorazona sobre todas las cosas el que sea su propa enemiga. Realmente, no finge e intenta todo lo posible para destruir la belleza de su rostro, cuando no hay cristal tan transparente ni tan pulido espejo.
¡Dios mío! ¿Por qué comete tan gran locura hiriéndose las manos? ¿Por qué retuerce sus pequeñas manos y se araña el pecho? ¿No sería pura maravilla verla alegre, cuando enfurecida resulta tan bella?
Sí, es verdad, puedo jurarlo, Naturaleza jamás pudo sobrepasarse hasta tal punto como creando esta belleza: ha sobrepasado la medida, ¿o acaso no ha tenido parte en esta obra?

¿Cómo pudo ser esto? ¿De dónde surgió tan gran belleza? Dios la hizo, con su mano desnuda, para que la Naturaleza se quedase soñando. Podría malgastar todo su tiempo, si quisiera imitarla, porque ya ni Dios podría volver a traer al mundo, si se empeñara, semejante criatura ni, creo yo, a nadie podría enseñar tal modelo, por más que se esforzara..."

El Caballero del león, Chrétien de Troyes

1 comentari:

Anònim ha dit...

hola, hola, ven, ven*